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jueves, febrero 20, 2014

María Teresa Tellería: Una leyenda negra rodea a los hongos desde tiempos inmemoriales

Entrevista a María Teresa Tellería, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.  

Innumerables veces María Teresa Tellería se ha enfrentado a la misma situación: "¿A qué te dedicas?", le pregunta alguien. "Soy micóloga", responde ella. Inmediatamente, esta investigadora del CSIC anticipa con inquietud la siguiente pregunta: "¿Y eso para qué sirve?" Entonces Tellería recurre a una frase que leyó hace tiempo en un libro cuyo título no recuerda: "La ciencia es un edificio que se construye con la aportación de muchos pero con el nombre de unos pocos para recordarlos más fácilmente". Dice que los científicos son "los obreros de la ciencia", que cada uno pone su granito de arena para que, en un momento dado, alguien con una cabeza privilegiada "sea capaz de hacer una síntesis y lanzar una teoría que dé sentido a todo". Ella estudia los hongos, unos organismos que no pertenecen al reino vegetal ni al animal, sino que tienen uno propio: el reino Fungi; son capaces de degradar los residuos de su entorno y su importancia medioambiental y económica está fuera de duda. Pero también están rodeados de un halo de misterio, "una especie de leyenda negra que viene de tiempos inmemoriales" y que los relaciona con envenenamientos e historias truculentas. De todo ello da cuenta Tellería en su libro Los hongos (CSIC-Catarata) y en esta entrevista.

Pregunta. Uno de los rasgos que definen a los hongos es su asombrosa diversidad. Entre las 100.000 especies conocidas, cuentas en tu libro que existe en EE.UU. una cuyo tamaño puede alcanzar 800 hectáreas. ¿Cómo es posible?
Respuesta. Hay una especie, Armillaria ostoyae, que efectivamente ocupa muchísimas hectáreas, hasta 890. Es un parásito que fructifica en la base de los árboles. Su micelio -la parte subterránea del hongo que le permite absorber los nutrientes- penetra por la raíz del árbol, tapona sus vasos y lo mata, así que donde crece crea unos inmensos rodales de árboles muertos. De este modo en el estado de Oregón se dieron cuenta de que este parásito estaba muy extendido. Pero existía la duda de si se trataba de uno o de distintos ejemplares de la misma especie. Tomaron pequeñas muestras de micelio y comprobaron que eran clónicas. Era un solo ejemplar. Como se sabe aproximadamente cuánto crece un micelio al año, al medir su extensión calcularon también su antigüedad, 2.400 años. Por eso se cree que este ejemplar de Armillaria es el organismo más grande y más longevo del mundo, superando a las secuoyas y a la ballena azul.

P. ¿Cuáles han sido los mayores avances de la micología en los últimos años?
R. Hasta mediados de los 80, la micología era una ciencia eminentemente descriptiva. Los estudios se basaban casi exclusivamente en el análisis de los caracteres morfológicos y las hipótesis filogenéticas eran difíciles de probar. Con el desarrollo de las técnicas moleculares aplicadas a la filogenia y a la sistemática, la micología dio un paso de gigante. Esto ha supuesto una auténtica revolución que ha permitido, entre otras cosas, saber que los hongos están más relacionados con los animales que con las plantas.

P. Volvamos a su sorprendente diversidad. Dentro de los hongos hay parásitos y también especies muy beneficiosas para los ecosistemas. Entre los más dañinos te refieres en tu libro a un hongo que en el siglo XIX puso en peligro la industria de la seda.
R. Sí, Nosema bombycis, un microsporidio que mataba a los gusanos de seda. Este grupo de organismos, que hoy sabemos que están íntimamente relacionados con los hongos, han estado bailando por diferentes puntos del árbol de la vida, porque antes se les consideró animales y vegetales.

P. Otra curiosidad que cuentas es la extraña enfermedad de la nariz blanca que ha afectado a millones de murciélagos.
R. Sí, el causante es un hongo que de momento solo afecta a los murciélagos de EE.UU. Los europeos parece que son inmunes a él. Este organismo provoca en los murciélagos un cambio de comportamiento que los lleva a la muerte. Esta especie patógena, conocida como Geomyces destructans, es capaz de vivir y reproducirse en ambientes fríos. En el invierno, los murciélagos afectados se despiertan de la hibernación y salen de las cuevas. Al estar muy bajos de defensas y reservas, y tener que enfrentarse a un ambiente muy frío, caen rápidamente fulminados.

P. Precisamente por su diversidad da la impresión de que los hongos son mucho más sofisticados de lo que aparenta su aspecto.
R. Creo que su éxito evolutivo está en que han hecho de sus defectos virtud. Son organismos heterótrofos, es decir, dependen de otros para sobrevivir (no como las plantas, que son capaces de sintetizar sus propios alimentos por medio de la fotosíntesis). Los hongos, como los animales, viven a expensas de lo que el medio les proporciona, pero además no tienen la capacidad de desplazarse para buscar el alimento. ¿Qué hacen? Han desarrollado mecanismos muy exitosos: por un lado, tienen un poderosísimo sistema enzimático que les permite degradar casi todo, incluso la lignina; por otro, digieren el alimento fuera de su cuerpo para después ingerirlo por absorción, porque no tienen estómago; y además tienen la capacidad de crear alianzas con todo tipo de organismos, animales y vegetales. Un ejemplo típico son las micorrizas, es decir, las alianzas de los hongos con las plantas. El 90% de las plantas de nuestro planeta no podrían vivir sin los hongos que llevan asociados y que les ayudan a absorber elementos como el fósforo y otros nutrientes necesarios.

P. Dejemos a un lado la biología. También has estudiado la relación del ser humano con los hongos, una relación que describes como de amor-odio.
R. Los hongos son unos organismos muy mal conocidos e interpretados. Cuando se habla de ellos, todo el mundo piensa en su lado gastronómico. Eso es confundir una pequeña parte con el todo. También se suele decir que son plantas, que es lo mismo que afirmar que las ballenas son peces o que los murciélagos son pájaros. Incluso el diccionario de la RAE los describe como plantas talofitas sin clorofila, cuando constituyen un reino independiente más emparentado con los animales. Además despiertan en nosotros unas relaciones de amor-odio porque, aunque existen pocas especies venenosas mortales, despiertan miedo. En general tenemos una idea muy maniquea de los hongos: los hay buenos y malos, los demás no existen, cuando los comestibles y venenosos son un porcentaje muy pequeño de las 100.000 especies hoy conocidas.

P. También tienen una vertiente más mitómana o morbosa que los relaciona con algunos envenenamientos históricos.
R. Sí, por ejemplo el del emperador Claudio. La leyenda cuenta que le pusieron en un plato Amanita phalloides, que es mortal, camuflada entre otras setas comestibles, aunque algunas investigaciones recientes sostienen que su muerte se debió a un accidente cerebrovascular. También se ha utilizado a los hongos en las novelas policiacas, para cometer asesinatos por envenenamiento. Luego está la historia del cornezuelo del centeno, un hongo que por los síntomas que provocaba su envenenamiento se asoció con la brujería, o el uso de los hongos alucinógenos. Son organismos que han estado siempre rodeados de cierto misterio, de una especie de leyenda negra que viene de tiempos inmemoriales.

P. Pero también están muy en boga por su vertiente gastronómica.
R. Sí, y son por ello una fuente importante de riqueza económica. En el libro se explica cómo el cultivo de la trufa negra tiene un importante impacto socioeconómico en algunos puntos de la España rural.

P. Has escrito libros y participas en actividades de divulgación. ¿Por qué consideras que es importante trasladar el conocimiento científico a la sociedad?
R. Para mí la divulgación científica es una de las facetas más atractivas de la investigación. La divulgación requiere hacer un esfuerzo muy grande de síntesis, de entender las cosas a fondo para poder transmitirlas de un modo sencillo. Esa labor de recopilar la información, digerirla y divulgarla es apasionante y muy gratificante.

P. ¿Consideras la divulgación es una tarea que cualquier investigador, en mayor o menor medida, debe asumir en algún momento?
R. Rotundamente sí. Durante mucho tiempo, en este país la divulgación estuvo menospreciada, se consideraba el refugio de los mediocres, y creo que es todo lo contrario. Hay magníficos divulgadores que son o han sido muy buenos investigadores, como Edward Wilson, Carl Sagan o Lynn Margulis.

P. ¿La divulgación debe ser algo que dependa de la voluntad de cada investigador o es necesario que las instituciones creen una infraestructura en torno a esta actividad?
R. Debería crearse más infraestructura y también ofrecer más alicientes para que se haga divulgación. Pero se ha avanzado mucho. La divulgación empieza a tener prestigio y eso tiene un efecto llamada: a los investigadores más jóvenes les sirve de ejemplo y hoy asumen la divulgación como una faceta más de su trabajo. Pero no toda la culpa es de los investigadores, ni de las instituciones, tampoco hay tanta demanda social de divulgación científica, tenemos poca tradición.

P. Diferentes estudios señalan que la sociedad española refleja un déficit de cultura científica si se la compara con otras sociedades de nuestro entorno.
R. Claro. Creo que es un círculo vicioso y debe ser la Administración quien promueva políticas para romperlo. Se puede pedir a los investigadores que hagan el esfuerzo pero se debe crear también el marco adecuado.

P. ¿Qué opinas del papel de los medios de comunicación en la divulgación de la ciencia?
R. Si los programas de divulgación solo se emiten en La 2 a unas horas de baja audiencia, y además casi toda la divulgación que se hace es a base de documentales de elefantes, osos o leones, siempre vertebrados y cuanto más grandes mejor, es normal que los ciudadanos se cansen. Habría que pensar en documentales, series y películas sobre investigadores y la labor investigadora, porque sabemos muy poco de nuestra historia y actualidad científicas. Ponemos muy poco en valor lo nuestro, este no es un problema fácil de resolver y el apoyo de la Administración aquí es importante. También sería interesante entrevistar a investigadores de a pie para que explicaran todo el proceso de su trabajo, porque no solo son importantes los resultados.

P. Miguel Delibes, en su intervención en Hablan los científicos, comentó que a veces se transmite a la ciudadanía una imagen de la ciencia cuasi mágica porque no se explica todo el proceso de la investigación.
R. Sí. A veces la prensa devalúa el proceso científico por una excesiva exaltación de los resultados. Siempre que los medios anuncian algo a bombo y platillo tiene que ver con un descubrimiento que va a solucionar algún problema grave. Muchas veces no es verdad. Nunca es un solo paso el que soluciona las cosas, el proceso suele ser largo y es siempre lo más interesante, y eso no se explica.

P. Además de los medios de comunicación, la escuela es otro agente importante. ¿Crees que se enseña suficientemente a los niños el método científico?
R. No. Si ahora saliéramos a la calle y preguntáramos en qué consiste el método científico, el 99%, incluyendo la gente con un nivel cultural alto, no lo sabría. Debería ser obligatorio para los investigadores hacer un periplo por escuelas.

P. Para el ciudadano de a pie, ¿crees que hay un beneficio tangible en el hecho de tener una mayor cultura científica?
R. Sí, en el sentido de poder interpretar mejor el mundo que nos rodea. Hay que ser cultos para ser libres y cuanto más sepamos, mejor podremos afrontar los problemas. Pero hoy día nos sobra información y nos falta conocimiento, vivimos una especie de borrachera informativa.

P. ¿Es complicado compaginar la carrera científica con la vida personal y familiar?
R. La carrera científica es larga y te absorbe mucho. A veces es una cuestión de elección. Puedes optar por dedicarte por completo a tu vida profesional y, por ejemplo, renunciar a tener hijos, como es mi caso, y llevar así más fácilmente tu carrera. También conozco mujeres que compaginan ambas cosas, aunque con mucho esfuerzo. Yo he tenido que viajar mucho, he hecho bastantes expediciones... Si hubiese tenido niños pequeños, no habría sido tan fácil. Al final eliges un modo de vida y creo que toda elección supone una renuncia. Pero no todo está tan planificado, estas elecciones no se producen de un día para otro. Simplemente, la vida te va llevando y cuando llegas a un momento, miras hacia atrás y, en el mejor de los casos, dices: 'pues sí, este camino tiene sentido'.

Vía: Madri+d, 20/02/2014
F:http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=59546&origen=notiweb&dia_suplemento=jueves

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