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viernes, noviembre 21, 2014

La reforestación en la Isla ya permite que los bosques se recuperen solos


José Julio Cabrera, ayer en la exposición fotográfica sobre los bosques de Gran Canaria en el Paraninfo.
José Julio Cabrera, ayer en la exposición fotográfica sobre los bosques de Gran Canaria en el Paraninfo.


La reforestación de las cumbres y medianías de Gran Canaria en los últimos 60 años no solo ha permitido recuperar una parte de los bosques originales de la Isla, sino que, para sorpresa de los expertos, ha conseguido que las zonas arboladas se regeneren ahora de forma espontánea por el efecto de las propias plantas, sin necesidad de la mano del hombre. Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por el geógrafo José Julio Cabrera, que se presenta hoy viernes en las XXI Jornadas Forestales de Gran Canaria.

En su trabajo, titulado La repoblación y actual auto transformación forestal de Gran Canaria, desde los años 50 del siglo XX, Cabrera sostiene que en este periodo de tiempo se han plantado millones de árboles, que actualmente se reproducen de forma automática. Según sus observaciones, se han creado bosques de laurisilva y grandes pinares en lugares donde antes no había ni un solo ejemplar.

"Cuando un conocido periodista de Tenerife, José Rodríguez, menospreciaba a Gran Canaria diciendo que era un secarral, realmente tenía en la memoria a la isla de la década de 1950, cuando habíamos arrasado literalmente todo el territorio y únicamente quedaban las plantas que se habían refugiado en precipicios o alturas inalcanzables", explica Cabrera, quien recuerda toda la masa vegetal de Gran Canaria "se había utilizado para la ganadería, la agricultura o el carboneo". Los bosques, además, ya habían retrocedido en los siglos anteriores para dar paso a la cochinilla y la viticultura.

Plantaciones
La situación del campo grancanario a mitad del siglo XX, según este veterano medioambientalista, "contrastaba terriblemente con la visión que tenían los aborígenes del mundo que les rodeaba, pues ellos sí habían tenido en cuenta la capacidad de carga y respetaban el medio natural". La prueba de esa afirmación se encuentra en los mapas forestales del siglo XV de la obra Los paisajes vegetales de Gran Canaria, del profesor Antonio Santana Santana.

Cabrera, con más de 45 años de activismo en movimientos medioambientalistas de la Isla, hace un repaso histórico de la reforestación a partir de la década de 1950. Recuerda que tras la muerte del naturalista Francisco González Díaz, también conocido como "el apóstol del árbol", sus seguidores impulsaron un convenio con el Estado y realizaron las primeras plantaciones.
En 1969 se instauró el Día del Árbol por parte del Grupo Montañero Gran Canaria, no por el Cabildo, como erróneamente se piensa. Un año más tarde comenzaron las reforestaciones de Ascan, la asociación ecologista más antigua de España, de la que el propio Cabrera fue presidente en los años ochenta. "Comienza así una lenta transformación, se plantan millones de árboles y empezamos a revertir la situación", comenta.

"La novedad -añade- es que ahora se está notando una regeneración espontánea en el norte de Gran Canaria y es posible encontrar hasta diez plantas por metro cuadrado y en algunos casos se han contabilizado hasta cien plántulas en ese metro cuadrado, aunque muchas de ellas se pierden en verano". Esa recuperación automática se ha constatado en acebuchales, pinares, y en especies de laurisilva como el laurel, el madroño o la bencomia.

"Hay zonas donde no había absolutamente nada y en diez años se han llenado de árboles, eso nos ha sorprendido a todos", resalta.

Esa reproducción espontánea se da tanto en especies autóctonas como introducidas, caso del eucalipto, un árbol que es bueno para frenar escorrentías pero negativo porque impide que prosperen otras plantas a su alrededor, salvo el brezo y la faya.

Incluso otras especies invasoras, si son de hoja caduca, "le vienen bien a la laurisilva, porque los pájaros más pequeños se comen sus semillas y al huir de los gavilanes se refugian en zonas escondidas, sobre todo en las olmedas y el álamo blanco". Los pájaros defecan o regurgitan las semillas, que caen al suelo y rebrotan a gran velocidad, superior a la de las plantaciones que realiza el hombre.

Cabrera opina que la reforestación ha dado resultados, pero también resalta que se han cometido errores. "Hemos ido aprendiendo de los fallos; al principio, ingenuamente, solo plantábamos pinos, y en la primera campaña de laurisilva nos mandaron al Huerto de Los Romeros, un sitio inadecuado al que no he querido ni volver porque aquello fue un disparate", apunta.

Otra experiencia "muy amarga" para Cabrera fue utilizar mil plantas de un vivero propio en el Pico de Osorio. "Al poco tiempo subimos con Jaime O'Shanahan y al llegar arriba no había ni un solo árbol, se los habían comido los conejos; así aprendimos que había que poner una malla protectora contra los conejos", rememora. También se rieron de los naturalistas cuando en los años ochenta se empezaron a regar las reforestaciones, algo que ahora es lo habitual.

José Julio Cabrera considera "imposible" recuperar el antiguo bosque de Doramas, pues existen propiedades privadas, pero cree que se debe aspirar a recuperar lo máximo posible. A su juicio, el principal enemigo de los bosques de la Isla es ahora fuego y, en menor medida, las cabras salvajes, pero asegura Gran Canaria es todavía "la gran desconocida". "Aún es posible caminar por terrenos vírgenes y perderse en nuestros bosques", recomienda.






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